Cómo una cultura de sexo "libre de consecuencias" en realidad destruye a los jóvenes.




Cómo una cultura de sexo "libre de consecuencias" en realidad destruye a los jóvenes.





‘divertirse’ antes del matrimonio puede tener serias ramificaciones físicas y espirituales.



El mundo al que enviamos a nuestros jóvenes no es como el mundo de nuestros ancestros de muchas maneras. Este está organizado bajo principios de recompensa y castigo que se combinan de una manera incoherente, y por lo tanto envían señales confusas. En ciertos aspectos se ha vuelto difícil combinar la virtud y la felicidad natural con el éxito de este mundo y esto causa decisiones dolorosas.




A la modernidad le gusta asegurar que lo opuesto es verdad: que fueron nuestros ancestros quienes sufrieron este dilema por cuenta de sus convenciones sociales “artificiales”. Particularmente, estas hacían la actividad sexual fuera del matrimonio menos atractiva, y eso es algo que mucha gente en todas las épocas se ha sentido tentada a hacer. Así, según el argumento moderno, aquello era artificial y todos estamos mejor ahora que esas convenciones han, para casi todo el mundo y para propósitos prácticos, desaparecido. La gente puede hacer lo que quiere y esto obviamente es algo bueno, ¿no es así?




No es, sin embargo, una conclusión previsible que el satisfacer nuestros deseos sexuales naturales e inmediatos sea compatible con nuestras más queridas metas a largo plazo. La cuestión requiere algo de pensamiento serio.




Es abrumadoramente probable para cada persona que se embarca en la vida adulta que él o ella quiera en algún punto casarse y tener hijos. Dejando de lado la posibilidad de una vocación religiosa, la mayoría de la gente se casa y muchos de aquellos que no lo hacen desearían haberlo hecho. Esto incluye a muchos que descartaron la idea a una edad más temprana, así que esta no es una posibilidad que debería ser excluida a la ligera de antemano. A las mujeres, el deseo de tener hijos tiene una tendencia particular a alcanzarles.




Las exigencias de una educación de tiempo completo y las convenciones sociales modernas han empujado la edad del primer matrimonio hacia arriba. En el 2018 era de 27.8 para las mujeres en los Estados Unidos y de dos años más para los hombres. Esto deja a los hombres y a las mujeres jóvenes con algo así como una década de adultez antes del matrimonio. ¿Qué clase de relaciones románticas podrías o deberías tener durante ese largo intervalo?



La respuesta normal es “diviértete,” y la afirmación moderna, esencialmente, es que no existe ninguna desventaja en este estilo de vida. Resistirle, por el contrario, es en la mayoría de ambientes sociales convertirse uno mismo no tanto en un rebelde como en un bicho raro antisocial. No obstante, el estilo de vida estándar de monogamia serial que se mezcla con la promiscuidad tiene desventajas.




La primera y más obvia consideración es física. Una década de actividad sexual durante la época en que uno está en un pico de fertilidad naturalmente llevará al embarazo. Esto no es usualmente parte del plan, entonces este estilo de vida implica un compromiso a largo plazo con la contracepción. Esta cantidad de tiempo haciendo uso de la contracepción significa que lo que parece ser en el papel niveles insignificantes de fallo de los contraceptivos están lejos de ser insignificantes, y lo mismo vale para las enfermedades de transmisión sexual. En el caso del embarazo, esto significa que la cultura del sexo sin consecuencias debe también ser una cultura del aborto.




Las únicas formas de contracepción que una mujer puede controlar por si misma son aquellas con consecuencias potencialmente malas para su salud y especialmente para su fertilidad futura. De nuevo, esto podría parecer un asunto insignificante pero úsalos por 10 años y las probabilidades empezarán a sumar. Los lectores pueden hacer búsquedas en internet por sí mismos.




Desde una perspectiva psicológica, el sexo libre de consecuencias no está, en realidad, libre de consecuencias emocionales. El desengaño, la traición, los celos, y la decepción que son parte integrante de este estilo de vida son, según nos dice la ideología moderna, el precio que tienes que pagar por relaciones emocionalmente gratificantes. Esto raya en la verdad. Sí, el involucramiento emocional con otro ser humano trae consigo la posibilidad de traición, pero la probabilidad de traición es el resultado de la falta de compromiso real. La única respuesta posible a esta dificultad es tratar de refrenar el involucramiento emocional tanto como sea posible. Esto es difícil pero la práctica hace al maestro. Luego de más o menos una década de esfuerzo constante, puede ser segunda naturaleza disociar la sexualidad del afecto. No obstante, esto no es un adiestramiento para el matrimonio sino para el divorcio.



Desde una perspectiva espiritual, tengamos esperanza y oremos para que todos nuestros jóvenes se arrepientan de sus indiscreciones juveniles cuando finalmente se casen. Muchos de los más grandes santos han tenido mucho de que arrepentirse, así que esto no es ciertamente imposible. Sin embargo, el arrepentimiento de un pecado grave requiere reconocer que lo que uno hizo estuvo muy mal. Uno nunca puede decir que eso no importa demasiado porque arrepentirse después es posible. Si eso no importa, arrepentirse después es innecesario.Si uno piensa que eso no importó, arrepentirse después es imposible. La realidad es que muchísimos jóvenes católicos se casan sin purificar sus consciencias y por lo tanto no logran ganar la plenitud de las gracias del sacramento.




Un solo pecado mortal hace que uno pierda la amistad con Dios y acaba con la vida de la gracia. Pasar un periodo de tiempo prolongado en este estado no solo es malo a causa de la quizás remota posibilidad de la muerte. Es malo porque es la muerte, la muerte del alma.

Adaptado de un artículo publicado por Joseph Shaw en la página electrónica lifesitenews.com        



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