La olvidada profesión de iglesia del caniculario o perrero
La
olvidada profesión de iglesia del caniculario o perrero
En Inglaterra y Europa, los
servicios religiosos solían ser mucho más caóticos. Entre el siglo XVI y el
XIX, los perros domésticos acompañaban frecuentemente a los parroquianos y los seguían
en su camino a la iglesia.
La congregación de perros
esperaba pacientemente hasta que la misa terminase, pero las peleas
inevitablemente estallaban entre la jauría de mascotas de los parroquianos, las
cuales se reunían afuera de las puertas de la iglesia, especialmente cuando
perros callejeros – un gran problema en ese entonces – entraban en la mezcla.
Aparece en escena la
olvidada y noble profesión del caniculario o perrero. Este llevaba un azote y un par de “pinzas para perros”. Estaba
encargado de ahuyentar a los perros revoltosos para que no se amontonasen alrededor
de la iglesia o espantarlos cuando estos atacaban al sacerdote mientras estaba
repartiendo el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las pinzas eran útiles cuando los
perros se resistían o la jauría se volvía difícil de manejar, se usaban para
agarrar al perro del cuello y removerlo físicamente de la iglesia.
El perrero usualmente cumplía una doble función ya
que era también el “despertador de haraganes”. Solía mirar cuidadosamente a la
congregación en busca de cualquier parroquiano que se hubiese quedado dormido.
Llevaba una pértiga que tenía un trinche de madera enchapado en bronce en un
extremo y una cola de zorro en el otro. El hombre que estuviese durmiendo era
hincado en medio de los omóplatos con el trinche, y la mujer que lo estuviese
haciendo era cepillada con la cola de zorro hasta que se despertase.
El caniculario/despertador de haraganes, generalmente tenía su propia banca de iglesia
designada, y se le pagaba de cualquier manera que la iglesia pudiese permitirse.
Efectivo, bienes esenciales – en algunos casos incluso donaciones de tierra.
Con la aparición de los
refugios de animales y cuando los perros se volvieron cada vez más indeseables durante
los servicios religiosos, la prevalencia del perrero disminuyó y la
profesión se convirtió en algo prácticamente olvidado.
Comentarios
Publicar un comentario